3. El yaraví
arequipeño como expresión ideológica
Lo que en el presente trabajo se denominará Yaraví
Arequipeño, está constituido por lo que en Arequipa, antes de 1862, se conocía
con el simple nombre de Canciones; incluso el creador más célebre de yaravíes,
Mariano Melgar, nunca los denominó así, pues en los manuscritos de sus obras
-sean de mano propia o ajena- al referirse a lo que hoy denominamos
"yaravíes" lo hacen bajo el calificativo de "canciones",
(esta constatación la hizo el equipo que publicó últimamente las poesías de Melgar(1).
Este dato es un indicio para elaborar una hipótesis: la denominación de
Yaravíes a Canciones que se creaban en Arequipa a partir di la Colonia,
responde a una afán taxonómico y nominalista de algunos eruditos y viajeros
como Antonio Pereyra y Ruiz, Mateo Paz Soldán(2), que basados en el parentesco
musical y literario de las antiguas
Canciones con los Harawis Incaicos(3) las "bautizaron" como Yaravíes.
Canciones con los Harawis Incaicos(3) las "bautizaron" como Yaravíes.

Es necesario anotar que el lingüista Enrique Carrión Ordóñez
pone en tela de juicio esta derivación del quechua, porque al castellanizarse
el quechua no se conoce ningún caso de cambio de H por Y (Harawi-Yaraví) y
porque las palabras quechuas al castellanizarse mantienen su acentuación grave,
salvo en algunas interjecciones, en cambio la palabra yaraví es aguda; siempre
para el mismo estudioso su derivación más lógica es del Aymara, aunque esta no
es una conclusión.
Los Yaravíes Arequipeños son CANCIONES porque combinan
necesariamente letra y música al crearlos e interpretarlos.
Por ejemplo, a manera de ilustración consignamos la línea
melódica y la letra de una de las estrofas del yaraví melgariano "Yo te
dejaré de amar":
Es importante esta caracterización del yaraví como canción,
pues de ella se deriva que muchos de los "yaravíes" de Mariano
Melgar, no necesariamente son tales; pues la métrica y la forma estrófica de
los versos no son SUFICIENTES para calificarlos de yaravíes, este criterio es
discrepante de la mayoría de estudios sobre el yaraví, en que enfocan o su
aspecto literario, o su aspecto musical; por ejemplo la más reciente y seria de
las publicaciones de las obras de Melgar, la de la Academia Peruana de la Lengua
afirma, en una nota crítica a los versos titulados "Llegó el terrible
momento":
"En el manuscrito no se da título a la composición
poética que reproducimos; pero por su espíritu, y por la forma estrófica, con
tercetos de pie quebrado, utilizada en otros varios casos por Melgar, se trata
indudablemente de un "yaraví". Es por lo tanto el texto auténtico más
antiguo de los "yaravíes" melgarianos" (5).

Los yaravíes arequipeños son canciones AMOROSAS: todos hacen
referencia al amor entre el hombre y la mujer, respondiendo de este modo a la
tendencia romántica popular de cualquier época; en todos, la referencia a este
tipo de amor y más precisamente al amor no correspondido, es constante.
Esto diferencia en parte al yaraví arequipeño al de otras zonas donde si es
posible hallar temáticas bucólicas, descriptivas o circunstanciales, como por
ejemplo en el Yaraví Ayacuchano "Chaparroncito" (6):
Chaparroncito, Chaparroncito
mira, no me mojes,
que tengo manga corta.
Granizada, granizada
no me granices
que tengo poncho chico.
Ventarrón, ventarrón
no me ventees
que estoy andrajoso.
Diversión, diversión, divertirse,
hasta las espinas pisaría,
hasta las piedras estropearía.
¡Ay, Ayayai, ayayai!
Pastorcita:
subís a la lomadita
y el cóndor revuelve y revuelve.
¡Ay, Ayayai, ayayai!
Pastorcito:
trepáis a un montecito
y el halcón revolotea y revolotea.
¡Ay, Ayayai, ayayai!
Pastorcitos
os paráis en la pared del cerro,
y el zorro husmea y husmea.
Vamos, si o no;
al interior del río
a coger peces.
Vamos, si o no;
a la ribera
a apedrear patos
Es que el Yaraví Arequipeño sólo es una canción amorosa y de
un amor no correspondido. El tipo de yaraví en cuestión se caracteriza además,
porque sus versos son básicamente octosilábicos; salvo cinco yaravíes de
los sesenta recopilados todos tienen versos octosilábicos, algunas veces
intercalados con versos pentasilábicos (pie quebrado).
Los cinco que escapan a la regla de los recopilados son los
siguientes:
"La Despedida”
(10 sílabas)
Ya me voy a una tierra lejana,
a un país donde nadie me espere
donde nadie sepa que yo muera,
donde nadie por mi llorará.
Este yaraví es atribuido a don Mariano Lino Urquieta,
político moqueguano de actuación pública en Arequipa a principios del presente
siglo; por lo tanto, sería el más joven yaraví que he recopilado y ahí estaría
la explicación a esta distinta métrica en la versificación. Es muy importante,
que este yaraví sea o se le atribuya a don Mariano Lino Urquieta, por el
movimiento político que él lideró y que nosotros analizaremos más adelante.
Otro de los yaravíes que escapan a la generalidad en este
análisis es el conocido como "Quince años":
Hubo un tiempo feliz que yo te amaba, (11
sílabas)
con la loca ilusión de mis quince años;
y en silencio, feliz yo alimentaba
vago temor de amargos desengaños.
La tercera excepción la constituye "El Testamento de
Melgar":
Cuando de la muerte me cubra el velo (11
sílabas)
que no hayan aparatos funerarios,
ni que el bronce del alto campanario
con sus clamores, estremezca el suelo.
Otro Yaraví Arequipeño que escapa a la regla, en esta
característica, es el conocido como "Amor Infame":
En lo frondoso
(5 sílabas)
de un verde prado
a un desgraciado
la voz le oí.
Y entre sus ayes
(5 sílabas)
y sus lamentos
con triste acento
cantaba así:
Amor Infame,
(5 sílabas)
díme hasta cuándo?
quieres cruel mando
tener en mí.
Este yaraví arequipeño, indudablemente
está derivado del que con el título "Por más que quiero", pertenece a
Melgar y es uno de los diez trabajos de este poeta, que son considerados
yaravíes en la edición de Poemas de Melgar publicada en Francia en 1878, que
se conoce como edición de Nancy -tomando el nombre de la ciudad en que se
imprimió- (7). Lo califico de derivado en la medida, que sus dos
primeras estrofas, no figuran en el texto melgariano, aunque hoy se
cantan así o en la variante que recopilara don Benigno Ballón Farfán: 'Habiendo
a un bosque frondoso / Entrado un desgraciado, la voz de oí/ Que entre sus
ayes y sus lamentos / Con triste acento, cantaba así:..." etc. Justamente
estos dos cuartetos agregados al texto melgariano
parecieran reemplazar los dos cuartetos de
Melgar que no se cantan y que seguramente se perdieron en la tradición oral:
Por más que quiero / de la memoria / borrar la gloria | que poseí./ Por todas
partes / cruel me persigue: | siempre me sigue,/ siempre ¡ay de mí!./
Y finalmente el otro yaraví arequipeño -entre los
recopilados- que escapa al verso octosílabo es el conocido como "Paloma
Blanca":
Paloma Blanca,
(5 sílabas)
alas de plata,
piquito de oro;
no te remontes
por esos montes,
porque yo lloro.
Este yavarí, según versión del doctor José Muñoz Nájar
pertenece a un tal Reynoso de Yanahuara; además es muy popular en la costa
norte, donde es conocido como Triste.